John F. Peto

John F. Peto
Cuadro de John F. Peto (detalle)

jueves, 21 de abril de 2016

EL ARTE DE LA DEDICATORIA


Dice el DRAE sobre el verbo "dedicar", en su segunda acepción, que es: "Dirigir a alguien, como obsequio, un objeto cualquiera, y principalmente una obra literaria o artística." Se acercan días de libros en la calle y de escritores firmando. "¿Puede dedicarme su libro?" Junto a la satisfacción de contar con un lector, el apuro de cómo dedicárselo. Pues si conviene que los lectores respeten ciertas normas antes de lanzarse a la búsqueda de firmas, también los autores han de cuidar de estar a la altura de las expectativas de su público. Los más, salen del paso empleando una fórmula que no comprometa a nada: "A Fulanito, con afecto" -aunque es la primera vez que ve a Fulanito, y no ha tenido tiempo material de crear ningún vínculo afectivo con él-, o algo así. Más peliaguda se pone la cosa si el autor ha tenido cierto roce social previo con el solicitante de dedicatoria. Tal vez este conocido se sienta agraviado si recibe la misma dedicatoria que el lector totalmente desconocido, pero ¿cómo calibrar con exactitud el grado de amistad que les une? ¿Es lícito dedicarlo "A mi amigo Fulanito" si el tal amigo es simplemente el novio fugaz de una amiga, con el que no hemos cruzado más de tres o cuatro frases en nuestra vida? Otras veces es el propio lector el que le dicta prácticamente la dedicatoria al autor: "Dedíqueselo a mi hija Mariví, en el día de su cumpleaños. Porque cumpla muchos más." ¿No sería más lógico que fuese el comprador del libro -y quien lo ofrecerá como regalo- el que inscriba una dedicatoria así? Algunos afortunados escritores poseen habilidad no sólo con las palabras, sino también con el lápiz, y salen del paso trazando algún ingenioso dibujo junto a su firma. Suele llevar algo más de tiempo, pero seguro que les pone en menos compromisos.
La versión más cutre de todo esto se da en ciertos casos de autores megabestsellers, a quienes  para intentar contentar la demanda de sus fans, los editores hacen firmar un buen número de ejemplares a ciegas, que luego se ponen a la venta con ese "plus".

Claro que, aparte de estas dedicatorias de ocasión están las otras, las que ya vienen impresas. También aquí hay diversas escuelas a la hora de resolverlas. Como sabemos, en tiempos antiguos la dedicatoria no era más que una forma de adulación al mecenas que había costeado la impresión de la obra o había ayudado económicamente al creador. Así, Cervantes dedica su Quijote al Duque de Béjar, en unos términos que -con cuatro siglos de por medio- se nos antojan chocantes. ¿Quién se acuerda hoy de ese duque, a quien humildemente Cervantes "con el acatamiento que debo a tanta grandeza" le suplica protección para su inmortal obra? En nuestra época, las dedicatorias suelen ser mucho más cortas y de índole privada. El escritor dedica su obra a sus padres, a su mujer, a algún amor que quiere mantener más o menos anónimo y que solo cita por sus iniciales... Dedicatorias sin duda muy sentidas, pero bastante aburridas, por más que a veces proporcionen interesantes atisbos en la intimidad del escritor. Y luego están las dedicatorias reivindicativas, como la de Carlos Fuentes en La muerte de Artemio Cruz:



"A C. Wright Mills,

verdadera voz de Norteamérica, amigo

y compañero en la lucha de Latinoamérica."


Dedicatorias que son declaraciones de principios, como la de Juan Ramón Jiménez, "A la minoría, siempre". Y, algunas veces, dedicatorias más ingeniosas, que nos dicen algo tanto del autor como de la intención de su obra.


"Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona grande. Tengo una seria excusa: esta persona grande es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona grande puede comprender todo: hasta los libros para niños. Tengo una tercera excusa: esta persona grande vive en Francia, donde tiene hambre y frío. Tiene verdadera necesidad de consuelo. Si todas estas excusas no fuesen suficientes, quiero dedicar este libro al niño que esta persona grande fue en otro tiempo. Todas las personas grandes han sido niños antes. (Pero pocas lo recuerdan.) Corrijo, pues mi dedicatoria:

A LEON WERTH,

cuando era niño
  

Es, como ya habrán adivinado, la sentida dedicatoria con que Saint-Exupéry comienza El principito (1943). Creo que es importante recordar la fecha en que fue escrita, porque la mención al hambre y el frío que pasaba Léon Werth no es gratuita. De hecho, en Francia esta obra solo se llegó a publicar a partir de 1946, una vez acabada la guerra.


15 comentarios:

  1. Vaya, vaya, no hay fórmula que garantice que las dedicatorias puedan hacer felices a todos...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya ves, no es nada fácil dar con la dedicatoria adecuada.

      Eliminar
  2. No soy de las que suelen ir en busca de una firma, precisamente por lo que comentas en el primer párrafo. ¿Qué va a ponerte un desconocido? No me hace gracia, aunque he caído con algún autor, prrefiero que esté dedicado por la persona que me lo regala.

    Un abrazo :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pienso lo mismo: ¿por qué pedirle a alguien que no te conoce de nada que te dedique un libro? Para mí, la dedicatoria debería ser sentida o no ser.

      Eliminar
  3. Lo mío es una contradicción, jamás me pondría en una cola esperando que me firmaran un ejemplar (caso contrario es si el autor es de mi círculo íntimo, entonces casi que se lo exijo), sin embargo, compro mucho de viejo y cuando consigo alguno con dedicatoria manuscrita aunque no sea del autor, pero el dedicado o el que dedica son famosos pues doy saltos de alegría.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Es que dar un libro autografiado por el autor o, aun mejor, dedicado a alguien también conocido es un verdadero placer de bibliómano!

      Eliminar
  4. Y del estilo de Saint-Exupèry, la de C.S. Lewis en sus Crónicas de Narnia:
    "Mi querida Lucy:
    Escribí esta historia para ti, pero cuando la empecé no había caído en la cuenta de que las muchachas crecen más rápidamente que los libros. Por lo tanto, ya eres mayor para los cuentos de hadas y, para cuando el relato esté impreso y encuadernado, serás aún mayor. Sin embargo, algún día serás lo bastante mayor para volver a leer cuentos de hadas, y entonces podrás sacarlo de la estantería superior, quitarle el polvo y decirme que opinas de él. Probablemente, yo estaré tan sordo que no te oiré y seré tan viejo que no comprenderé nada de lo que digas... A pesar de todo seguiré siendo...
    tu afectuoso padrino,
    C.S. Lewis"

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por las aportaciones, PECE, muy interesantes.

      Eliminar
  5. Y quizá te falta un último tipo de dedicatoria: la de los escritores ultra-super-agradecidos, como ejemplo esta de Orson Scott Card en Traición:
    Para
    mi hermano Bill, que me prestó Catseye,
    MaryJo, que me indujo a leer Body Electric de Bradbury;
    Laure Dene, que me puso en las manos Fundación, de Asimov;
    Dale y María, que me hicieron leer las Crónicas de Narnia;
    y los bibliotecarios de Santa Clara (California) y Mesa (Arizona), que me permitieron localizar Llámame Joe, de Poul Anderson, y Tunesmith, de Lloy Biggle, Galactic, Derelict, de Andre Norton, y Tunnel in the Sky, de Robert Heinlein.
    Me hicisteis soñar.
    Espero no despertar."
    Vamos, un poco al estilo Almodóvar recogiendo el Óscar. ;-)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ah... es que lo de los agradecimientos merecería un capítulo aparte. Hay autores que incluyen ambas cosas: dedicatoria y agradecimientos y otros, como Scott Card, que lo mezclan todo. En cuanto a agradecimientos, mis preferidos son los que les dedican varias páginas, explicando con detalle lo que le deben a cada cual. Vamos, una especie de historia "de cómo escribí este libro".

      Eliminar
    2. Entonces lee el postfacio que escribió años más tarde Ray Bradbury en su obra Farenheit 451, simplemente delicioso.
      Es demasiado largo para copiarlo aquí, así que permite que te ponga un enlace donde lo podrás leer: http://cubodepece.blogspot.com.es/2009/04/del-amor-los-libros.html
      Simplemente delicioso, te sorprenderá a quien agradece Bradbury el haberle permitido escribir el libro.

      Eliminar
    3. Muchísimas gracias, PECE, un precioso texto de amor por las bibliotecas. Sobre Bradbury, hace tiempo hablé de otro bonito texto suyo. Aquí te dejo el enlace, por si te interesa: http://notasparalectorescuriosos.blogspot.com.es/2012/06/ray-bradbury-y-los-globos-de-fuego.html
      Por cierto, lástima que no sigas con tu blog...

      Eliminar
    4. Tengo otro exclusivamente sobre mis libros (monotemático me temo) diseñado ya y listo para publicar... desde hace varios años y sin una sola entrada :-(
      Cosas de la vagueza que lo domina a uno.

      Eliminar
  6. Que razón tienes en tu texto... Las dedicatorias son una parte imprescindible para cualquier libro. No solo del propio autor, en la cual doy fe que se pegan SEMANAS pensando en esas dos "simples lineas" sino también en la capacidad de saber dedicar un libro.

    Creo y considero que las dedicatorias están demasiado poco valoradas.No obstante, artículos como el tuyo ayudan a que esto cambie.

    Gracias!

    ResponderEliminar